La estadística del humor

Qué distinta hubiera sido mi vida si en mis infructuosos años universitarios, aquéllos en los que trataba sin éxito sacarme la carrera de Biología, hubiera tenido alguna profesora de Estadística como la Doctora Guitart, con su sentido del humor y esa entrega por hacer sus clases amenas, con el único fin de enseñar, con el objetivo último de hacer a su alumnado aprender e inculcarles la pasión por el conocimiento

Foto de George Becker en Pexels

Recuerdo el examen final de Estadística como un auténtico trauma. Nunca llegué a entender la maldita asignatura. ¡Se me atravesó! ¡A mí! A la que tenía por buena en Matemáticas al salir del instituto, la misma que tuvo que asistir con horror a la obstrucción de su entendimiento, que empeoraba clase tras clase, a cada cual más sesuda y monótona, tan recargada de seriedad y de esa ralea que a veces destilan las grandes carreras, sus títulos, cátedras y demás. ¿Sueno demasiado dura? Ya lo he anticipado: estoy traumatizada. 

La didáctica aplicada en las asignaturas de Ciencias que cursé en la secundaria no es que generara mejor ambiente, pero la adolescencia te procura una rebeldía que hace odiarlo prácticamente todo y meterlo en el mismo saco del rechazo, quedando así apenas lugar para el criterio. Aún no sé muy bien cómo con esas edades se puede llegar a aprender algo, de veras lo digo. Y aún menos con tales niveles de gravedad en las aulas. 

Me cansa esa regla de tres simple (simplona, más bien) en la que la relación entre la respetabilidad y el sentido del humor es inversamente proporcional. Me molesta en la vida en general y en la enseñanza en particular. ¿Acaso hay algo más noble que el uso del humor con intención educativa? ¿Dónde está escrito que la risa reste dignidad? 

Precisamente en la tesis de Mónica Guitart de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina), están escritas y descritas las ventajas de una clase de Estadística utilizando el humor. Ella profundiza seriamente sobre el humor en distintos ámbitos y reconoce que el humor se constituye como un recurso metodológico para la comprensión, retención y transferencia de conceptos simples y complejos. El humor es un elemento vital en el proceso educativo, por lo que es necesario reivindicar el humor como medio didáctico y como objeto curricular para el desarrollo integral de la persona. La efectividad del mensaje depende, en alto grado, de un buen canal para transmitirlo y, en este caso, el humorismo es un excelente vehículo para transferir el mensaje del comunicador al receptor y producir en él la reacción que completa el ciclo de la comunicación.

Su tesis cuenta con un grupo de control y uno experimental. Éste último fue sometido a la enseñanza de la Estadística utilizando el humor y, a través de cuestionarios y opiniones de observadores (compañeros de profesión y alumnos que ya habían cursado la asignatura) y de entrevistas un año después a sus propios estudiantes, pudo extraer conclusiones que mostraban una relación bastante clara y significativa entre la metodología que aplica el humor y el aprendizaje, tales como: mejor rendimiento, mejor memorización y transferencia de conocimientos, análisis, invención y descripción de los ejemplos que tenían que ver con los conceptos estadísticos que habían trabajado. 

Ella misma reconoce que no se puede establecer una relación causal, pero sí hace una descripción bastante sistemática de lo que descubre, rompiendo con la premisa dominante relacionada con el humor, esa que lo limita a recurso para la creación de un buen ambiente comunicacional (que no es poco) agregándole otro logro: el del aprendizaje

El humor es un recurso didáctico en tanto en cuanto despierta la atención y favorece la retentiva. Los ejemplos humorísticos se recuerdan mejor gracias a la emoción que suscitan. Generan recuerdos que se anclan a esa situación hilarante. Por tanto, lo evocador es didáctico. 

El conocimiento de Mónica Guitart y su tesis llegó a mí a través de la "V Mesa Cuadrada sobre Humor Inteligente" del Instituto Quevedo de las Artes del Humor (IQH) en YouTube, moderada por la gran Natalia Meléndez Malavé, con la que tuve la suerte de charlar en el capítulo 7 de mi podcast "El gemido de una gamba". Desde aquí digo: ¡Gracias por tan honorable trabajo de divulgación! 

Precisamente en esa mesa en la que se sostiene la ventaja de la aplicación del humor en la divulgación científica, se recalca asimismo que una charla de esa índole en la que todo sean chistes y poca información es ciertamente reprochable. 

¡No se trata de hacer un espectáculo de comedia en cada clase!, sino de integrar el sentido del humor como recurso que ayude a a distender el ambiente, a despertar el espíritu crítico, es decir, a pensar, así como a memorizar y a motivar al alumnado a participar y aprender. 

¿Incurriría en un error de concepto si afirmara que con humor me hubiera ido en mi época universitaria mucho mejor? ¿O fui más bien inevitablemente parte de una desviación estándar? Siempre me quedará la duda de si con una pizca de humor hubiera entendido, al menos un poco, la Estadística... 

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