Humor e inteligencia

Confieso que cuando escucho relacionar los términos humor e inteligencia o usar directamente "humor inteligente", me surgen dudas. A veces, me suena elitista y tengo mis reparos. También tengo reparos al asociar exclusivamente el sentido del humor con ser graciosos. No hay nada como analizar qué hay detrás de estas asociaciones hasta entender que no se hacen por capricho. Así que eso he hecho: analizar. Voy a intentar trasladar ese conocimiento a este artículo. 

Escuché decir al neurólogo Eduardo Calixto, Doctor en Neurociencias por la UNAM, que el cerebro más inteligente es el que ríe mejor, a lo que añadió que el acto de reír frena el envejecimiento cerebral y cambia la neuroquímica del cerebro y las comunicaciones neuronales de forma que favorecen el aprendizaje. 

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La seriedad y la tristeza nos hacen más vulnerables a un ataque. Eduardo Calixto

El estudio de Edwards y Martin de 2014, que analizó si ser una persona divertida garantizaba la salud psicológica, constató que la capacidad de crear humor es menos relevante para la salud mental que las formas en que la gente usa el humor en su vida diaria. De hecho, al ser el humor un constructo multifacético de la personalidad (de esto hablo en este artículo), se dieron cuenta de que no todos los componentes del sentido del humor son relevantes ni correlacionan positivamente con la salud mental. ¡Veamos cuáles sí! 

Como cualquier otro acto creativo, la habilidad de crear humor requiere de un pensamiento divergente y la capacidad de generar múltiples ideas novedosas en respuesta a un estímulo dado. De esto se deduce que tener flexibilidad mental y capacidad para cambiar de perspectiva son condiciones necesarias para la creación de humor. 

Esas mismas habilidades son las que intervienen a la hora de reevaluar situaciones abrumadoras y afrontarlas de forma que se perciban como menos amenazantes, lo que se traduce en menos estrés para nuestro cuerpo y nuestra mente, así como en consecuencias emocionales menos traumáticas. Es el estilo adaptativo del humor el que entra en juego en estas situaciones que se dan en la vida cotidiana. Hablamos, por tanto, de la creación de humor para hacer frente al estrés. La frustración, en este caso, puede servir de chispa o de motor para poner en marcha esa capacidad. Y así se pone en funcionamiento el engranaje. 

Por tanto, la buena noticia es que la forma en la que el sentido del humor es usado a diario es más importante que la capacidad de ser gracioso (crear humor). Estos resortes humorísticos presentes en las relaciones sociales, ayudarán a reducir los niveles de estrés y, por ende, favorecerán el entendimiento y la unión. Se trata de aplicar esa creatividad a la vida diaria, tratando de incrementar siempre el humor positivo y afiliativo para mejorar la relación con nosotras mismas y con el entorno. El clan social que ríe ¡está mucho más cohesionado! 

"Si el humor no es inteligente no es humor y si no eres inteligente no eres capaz de hacer humor". Tomás Gallego, director Académico del Instituto Quevedo de las Artes del Humor (IQH) 

Por último, inspirada en las palabras de Tomás Gallego comparto su pensamiento y añado: el humor debe contar algo y producir reflexión y, finalmente, criterio. Es imprescindible tener criterio y para ello hay que tener información. Con humor, según qué información, entra mejor, porque éste te produce cosquillas en el cerebro y, así, siempre se estará más predispuesto y abierto a aprender.  


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