¿Cuándo llega el humor?

El otro día leí una frase en un periódico que me inspiró para escribir este artículo. Decía algo así como que "el amor llega con la familiaridad porque no se puede amar lo que no se conoce". Creo que con el humor pasa algo parecido, que llega con la familiaridad, y añadiría que se le quiere más y más cuanto más se le conoce.

Es importante conocer el sentido del humor propio que, como le escuché decir al Psicólogo Clínico y experto en Inteligencia Emocional Fidel Delgado, no es más que sentir tu humor y saber reconocer cómo cambia en ti según lo que estés viviendo. Porque, como la vida misma, el humor es cambiante. A ratos será bueno, a ratos malo, puede que un día se manifieste en forma de burla y otro será una risa espontánea tras escuchar un chiste. El humor evoluciona y lo que antes te hacía gracia, ahora te resulta soso. 

Hay muchas y variadas maneras de que se manifieste y todas, si sabemos reconocerlas, nos darán información valiosa de nuestro fluir interior, o lo que es lo mismo, de nuestro humor. 

Será entonces cuando sabremos apreciar que el estar de buen humor es una fuente de energía muy poderosa. Nos predispondrá a encarar la vida y a afrontar los problemas con mejor talante y facilitará nuestras relaciones sociales. Es más, me aventuro a decir que reconocer qué nos pone de buen humor y qué de mal humor, nos permitirá seleccionar con más criterio aquello que queremos en nuestras vidas y dejar a un lado lo que no, nos permitirá darnos cuenta del momento en que estamos con la "batería baja", siendo éste un estado de consciencia vital para poder poner remedio y acudir a ese lugar donde podemos (y debemos) recargarnos. Hay que hacer doblete: desprenderse de lo que nos oprime y tomar lo que nos impulsa. 

No se trata solo de ir a ver un espectáculo de comedia, por ejemplo. ¡Que también! Pero de lo que aquí hablo es de algo más profundo, es de un viaje hacia tu interior, de una auto-escucha necesaria, de amor hacia una misma. Porque como dice la psiquiatra Celia García Díaz en esta charla: el buen humor es un gesto amor. Y lo más increíble de esto es que el efecto del buen humor que transmites, repercute positivamente en ti de nuevo. Es como el "dar y recibir", pero el de Joey en Friends, que me resulta más divertido que el de Chopra. 

Imagen de StockSnap en Pixabay

Quizás uno de los mejores gestos de amor que nos podemos regalar es reírnos de nosotras mismas. Por un lado, reír sale gratis, la inversión económica es cero, pero la rentabilidad es incalculable. Por otro, dentro de cada cual hay un material infinito sometido a un escrutinio constante. Es hora de cuestionar nuestro grado de severidad sin perder la capacidad crítica. Y es aquí donde el humor puede intervenir a nuestro favor, porque creo que no hay expresión más clara de madurez, ternura y seguridad en una misma, que el ser capaz de reírse de los eventuales "fallos", tropiezos, frustraciones, temores, y esa lista (a veces, demasiado larga) de cosas que nos tomamos demasiado en serio. ¿No son estas las típicas cosas que aumentan la ansiedad, bajan nuestras defensas y, por ende, el ánimo? Creo que la ecuación está resuelta. 

El humor media en nuestra percepción del mundo, la de los demás y la de nosotras mismas. El sentido del humor se expresa en el amor por nuestra vida y nos facilita la comprensión de la sociedad en la que estamos inmersas. Nos hace encajar mejor lo absurdo. Atenúa los dramas y los sinsabores. Mejora nuestra calidad de vida, influye positivamente en nuestra salud mental. 

Por todo esto y más (que está por llegar a este blog), ¡aprendamos a entrenar nuestro sentido del humor, desarrollemos la habilidad de sentirlo y reconocerlo, de mejorarlo y fomentarlo! De disfrutar al darlo... y de permitirnos recibirlo. 

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